Reflexiones, ideas y anécdotas de una mamá puérpera...

sábado, 29 de junio de 2013

"Duérmete (conmigo) Niño"



  Contrariamente a mi loca idea de que a medida que el niño creciera, la madre tendría más tiempo para reposar sus pensamientos en este espacio virtual, me encuentro con la realidad de que probablemente eso fue una fantasía producto hormonal de mi anterior, si anterior, estado puérpero (ya me explayaré en algún otro momento sobre este no minúsculo asunto).
   Pero, henos aquí, vuelvo a la redacción, en una fecha especial, el "Día mundial del Sueño Feliz". Una iniciativa que nos invita a reflexionar y promover el respeto por las necesidades de nuestros hij@s a la hora de dormir, en contraposición de los tristemente famosos métodos y consejos de adiestramiento de sueño infantil, y expresarlo a través de las redes sociales.
  El año pasado hicimos nuestro aporte de la siguiente manera: #Desmontando a Estivill o cómo sentir que es posible festejar el Día Mundial del Sueño Feliz

  Este año, tengo para contar el otro extremo de nuestra historia.
  Uno de los más usados clisés con respecto al colecho (opción que hemos elegido en casa para tener TODOS un sueño feliz) es que el niño se MAL acostumbra y JAMÁS de los JAMASES dejará la cama familiar (leáse, FAMILIAR y no MATRIMONIAL, diferencia que se gesta al elegir colechar). Bueno, esto no perturbó mi decisión, siempre aposté a que en algún momento mi hijo estaría listo para dormir en otra cama, sin imaginar fechas, sin imaginar futuros, colechamos. Lo hicimos, hasta que el fin del colecho sucedió. Y nos tomó de sorpresa, no lo vimos venir, y es hasta el día de hoy que todavía nos quedamos un poco perplejos.
 
  La cuna, creo yo, que sinceramente tenía una fuerza magnética que atraía todas las cosas que no sabíamos dónde poner. Durante estos dos años, no fueron pocas las veces que me he puesto en pie de lucha contra esta fuerza supernartural, intentando vaciarla. Pero todos los esfuerzos fueron infructuosos. La cuna multifuncional era poderosa. Ese espacio albergó tamaña cantidad de objetos que sorprendería hasta el más incrédulo. 
   Pero llegó un día, un día en que dije "che mejor compremos el colchón de la cuna, que sea de una plaza porque como cuna no la usamos nunca y a esta altura nunca lo haremos". Fue una hábil estrategia para ejecutar la limpieza y reacomodación del cachucherío. Dimos el paso, compramos el colchón. A los pocos días llegó a casa. Le conté al pequeño para que sepa del cambio en el mobiliario... una extraña excitación se asomó en él, excitación que en el momento de encontrarse con Mister Colchón se transformó claramente en alegría. Inmediatamente se puso a saltar, hacer piruetas, jugar a la pelota encima él, que se encontraba en lo que de repente se transformó en "La Cama de Luca". Llegó la noche y a la hora de dormir ese fue el lugar elegido. Y pasaron tres meses desde esa primera noche, tres meses, en donde todas sus noches y todas las siestas, el lugar elegido para encontrarse con Morfeo ha sido "La Cama de Luca".



Bienvenida al colchón!




    
   Mitos, mitos y más mitos nos rodean cuando devenimos en madres: que los brazos malcrían, que la teta malcría, que el colecho malcría, que todo ese combo genera una dependencia enferma, anormal, rayando en lo psicótico en nuestros hijos. Cuánto discurso familiar, social, comercial nos rodea, nos atraviesa y muchas veces nos paraliza, intentando (y lamentablemente con altas tasas de efectividad), apartar tempranamente a nuestras crías, desoyendo sus necesidades innatas, mamíferas. Pero la vivencia de seguir nuestros impulsos, de escuchar y validar lo que necesita cada bebe/niñx y de estar dispuestxs a satisfacer esas necesidades (no sin esfuerzo, no sin luchas internas) nos demuestran lo erróneo de todos los prejuicios. 

   Me tomó por sorpresa, la alegría, el deseo, la emoción de mi hijo, de tener su propio lugar. No tenía expectativas, apostaba a que algún día sucedería (algunas noches de colecho contracturante con más ansias que otras), pero no así, no con tanta naturalidad, con ese fluir. Hasta el momento, su sueño se había hecho constante durante toda la noche, esto cambió, ya que alrededor de las 3 de la mañana y a veces también de las 6 oigo, desde la que hasta hace poco era nuestra pieza, un "mami", que me llama, que me espera, tranquilo, lo noto sin miedo, sin sustos, es un "mami" que corrobora si sigo aquí, aún en la noche oscura y acudo a él, para alcanzarle su vaso con agua, para hacerle unas "carishitash" o si así lo pide para volver a la cama que fue de los 3. Son pocas las veces que esto último sucede en el medio de la noche, pero siempre es respetado el pedido.




   En fin, me encuentro ante otro mito caído, y no es nada más ni nada menos, que mi hijo quien lo ha borrado de un plumazo! Nosotros nada tuvimos que hacer...o será que sí hicimos algo, que habrá tenido que ver con escucharlo y darle libertad de elección?